sábado, 10 de agosto de 2013

Verde (1)



– Agárrate a esa raíz, a tu derecha.
– No puedo ¡No llego! Me voy a caer.
– ¡Bien!, si revientas contra el suelo te llevaré para que te lean. ¡Sube!

El más pequeño de los dos hermanos chilla de rabia. Se deja las uñas para asirse a unos poros de la roca. Consigue llegar al nido. Se mete un huevo en la boca y da otros dos a su hermano mayor que sabe escalar con una sola mano. Temen que regrese el padre y les pique los ojos. Bajan a trompicones. Quién no vendrá es Nasha, la madre.

Los niños la dieron muerte la noche anterior. Una buitre mentirosa que hacía tiempo que se lo tenía merecido aunque la perdonaron por respeto a sus crías. Esta vez no podían dejar que nacieran los polluelos; necesitaban esos huevos para llevárselos a Oso. El viejo tiene prisa, está preocupado. Hace noches que no duerme revolviendo vísceras. Sólo se alimenta de musgo de río y médula de vértebras. Él dice que así las tripas confían en él y acuden antes a charlar. Está adelgazando mucho, eso es malo para un anciano débil. No pueden intervenir. Ha pedido que le dejen solo.

Los huevos de buitre salen con manchas extrañas en el extremo puntiagudo. Todos saben que las aves necrófagas son sensibles a la muerte de la carroña. Oso les enseñó que esas manchas indican malas muertes, muertes emponzoñadas. Algo anda muy mal al norte donde los buitres buscan las chimeneas para planear. Cuando llevan los huevos a Oso y éste los rompe sobre una piedra cóncava murmura que nunca había visto algo así.

4 comentarios:

  1. Verde... fíjate que a mi esta entrada me daba más a marrón... estaré daltónica perdida?

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  2. Bueno, bueno, no hay que ser tan literal. Dame tiempo a continuar la historia. Un abrazo, Loba.

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  3. Musgo de río y médula de vértebras. Indispensables en una dieta sana y equilibrada. De momento me está gustando más "Rojo".

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