domingo, 12 de junio de 2016

Última oportunidad para una luciérnaga




Leandro, como todas las luciérnagas, subía al tejado desde su pubertad. Desde ahí, noche tras noche, seguía el vuelo de los F-16 con unos binoculares Steiner 5919 Night Hunter Pro. Leandro era caprichoso, por eso seguía siendo huérfano.


Sólo existía un sistema legal de adopción: ser localizado por un aeropadre desde el cielo. Para ello, el Gobierno sufragaba un costoso tratamiento de bioluminiscencia hasta los dieciocho años. Fuera de ese plazo, se retiraba la medicación.


Esa noche Leandro cumpliría los dieciocho. Si no conseguía atraer a un aeropadre, se convertiría en una “luciérnaga apagada” y le esperaría la peor de las suertes.


Por eso, a las 20:00, ingirió tres píldoras fotónicas. Era una dosis tan alta que alrededor de su tejado parecía mediodía. Usó sus Steiner para rastrear todos los sectores. Ningún piloto desviaba la ruta hacia su casa ni le hacía señales con las estroboscópicas. Según pasaban las horas aumentaba su taquicardia, la sobredosis le estaba afectando. Tragó el resto del bote. “¿Es que no me veis? ¡incompetentes!”, gritó Leandro antes de desplomarse.


– ¡Espabila, chaval!
– ¿Qué sucede? ¿qué hora es?
– Hostias, tú, qué manera de brillar. Se nota que estás desesperado.
– ¿Qué? ¿Y usted es…?
– ...Richard Gutiérrez Castro. Noveno Cuerpo.
– ¿¡Cómo que noveno!?
– Sí, de los Gastro-Empáticos – el paracaidista se afanaba en sacar el impreso de adopción pero estaba enredado entre los cordajes.
– No, ha habido un error. He emitido código para atraer a un Disciplinante-Alfa.
– Claro. Todo el mundo quiere un alfa de los cojones pero esto es lo que hay.
– No estoy conforme. Ya es el quinto descenso en falso.
– Oye, gilipollas, que son las doce menos tres. He leído tu documentación. No te queda otra. ¡Firma!
– Usted... no me agrada. –dijo Leandro antes de romper a llorar.
– Ni tú a mí, maricón. –dijo Gutiérrez mientras le abrazaba.

lunes, 6 de junio de 2016

Profecía Truncada




I
Verán los nietos de nietos,
su carne mudada en resina
nutrida por sangre que no fluye,
enhebrada en cuentas de barro.


II
Y los pechos fuera del alma
conectados a erizados cuarzos,
creciendo en las entrañas huecas
de madres muertas y conformes.


III
Los sesos recordarán unidos,
los ojos mirarán lo mismo,
tres bocas callarán al resto:
Vidrio, carbón y sal reinarán.


IV
Bajo los continentes, en círculos,
como una lombriz sin extremos,
cinco lenguas de aceite flameante
alcanzarán París, Oriente luego.


V
Una libará en las vanidades
de doctores, simples y fatuos.
Llenará de néctar su vientre
que será inyectado cual veneno.


VI
La segunda, afilada en bondad,
vendrá de los Reinos del Norte
en forma de mujer sabia
que rasgará los nombres muertos.


VII
Otra será ensueño crepitante
que abrasará hondos afectos
tan lenta y gentilmente
como el sol el papel amarillea.


VIII
La cuarta desovará en los Andes.
Caminos vivos de serpientes
reptarán de Florida a Cabo Verde
para devorar a los pequeños.


IX
Bruñido como las hazañas,
el nefando escudo, el quinto:
reflejará por vez primera y última
el reflejo de otro espejo inmenso.


X
Los que sean dueños de sí,
avivarán al extremo su ciencia.
En triste armonía... ¡Malaquías!


--¡Malaquías! ¡la cena!
-- En triste armonía, reunidos a la mesa...
--¡Malaquías!
--¿Qué?
--¡Virgen Santa! ¿Me harás caso alguna vez?


...al ocaso. reunidos, al ocaso. Ocaso de la Virgen.


-- ¡Malaquías!, ¡que se va a enfríar!
-- ¿Y qué?
-- ¿Cómo que “y qué”?, ¿Y si te bajo yo en dos patadas? Negra me tienes, ¡corre!


Y si. Isis. Corre. Torre. Dos patadas. Dos torres… Cenará. Cegará. Dos torres bajarán. Caerán dos torres al ocaso de la Santa Madre. El Rey negro se cegará ante Isis, de Egipto La Maga y beberán fría la sangre de...


--¡Malaquías!
--¿Qué pasa? --...de cabezas cercenadas ante mil ojos.
--¿No estarás profetizando?
--¡No!
--Bueno, ¿Pues bajarás a cenar?

--Joder, mamá, ¡Yo qué sé!

viernes, 3 de junio de 2016

Os Hará Libres




En la isla privada de San Lorenzo existe un club que no aparece en las guías de ocio. Tampoco se sabe cuándo abre. Sólo cien invitados, cada año, conocen la fecha exacta.

Hasta ese momento las instalaciones permanecen cubiertas por una carpa rosa. Dentro, artistas, músicos y arquitectos se afanan en llegar puntuales a la noche señalada. Nadie debe conocer el aspecto final de “Just a Whit”, excepto Susú, la anfitriona.

El evento no es un acto social; es una clase magistral acerca del buen gusto que todo asistente debería recibir agradecido. Esa noche lo exquisito queda definido en cada lámpara, en cada aperitivo y en cada saludo; y de todos estos detalles el más importante es, sin duda, la elección de la chica Whit.

Las candidatas han sido traídas al alba, cuando la brisa fría y la luz mortecina les hace sentirse vulnerables. Quedan seis finalistas que se ordenan sobre los pilares del embarcadero para que Susú, vestida con turbante y pareo blancos, les pueda estudiar largamente mientras fuma en pipa.

– Chicas uno y dos – grita Susú – ¿cómo se os ocurre venir con calzado cómodo? ¡Fuera! Y tú también, tres; por sonreír.

Las chicas, cabizbajas, vuelven a la lancha que ni siquiera está amarrada al embarcadero.

– Cuatro, querida, ¿por qué quieres ser Whit Girl?

– He sido imagen de los mejores Beach Clubs de Ibiza, domino tres idiomas y he sido elegida Miss Castellón en 2009.

– Es todo un honor rechazarla. Cinco, ¿por qué quieres ser Whit Girl?

– De pequeña era feíta y tímida. Pero he hecho de mí otra mujer y quiero demostrar lo que tengo: empatía, criterio, eleganc…

– ¡Fuera! ¡vete ya! – da una larga bocanada – ¿y tú, seis? ¿por qué quieres ser Whit Girl?

– Porque soy una perra ambiciosa.

– ¡Preparen el papeleo!