jueves, 24 de octubre de 2013

El alma de los muebles. Televisor, Espejo, Fogón.

Televisor. Es absurdo un televisor apagado o de cara a la pared. Su carcasa de plástico es completamente inútil. Emite un brillo débil, insuficiente para iluminar el aquí y ahora, sólo puede reflejar. Las personas tienen tanta sed de nuevas representaciones que lo colocan en el ábside de su hogar aguardando otro micro éxtasis. Sólo los gatos, que acarician el suave calor que desprende, aprecian lo que auténticamente es.


Espejo. Que la copia sea la realidad es una mentira conveniente. No se puede mirar directamente a los propios ojos y las personas necesitan identidad, aunque sea falsa. El espejo también quiere su identidad pero nadie reconoce al espejo mismo. No es una ampliación de la habitación, es una superficie pulida. Nadie lo ve. Cuando descubre que sólo es un hueco entre todo lo que existe se suicida en mil pedazos. Filósofo coherente.


Fogón. No es tanto algo fabricado como una reducción. Una bombona de butano podría ser una explosión y una resistencia podría hacer arder la casa. El fogón es la naturaleza amputada. Le sangramos para que no tenga demasiada fuerza y se le pica cuando queremos que luzca. El signo del fogón acumula odio. Cuando le ponen encima una cacerola de lentejas quisiera matar. No le humillen más de lo necesario. Cuidado.



3 comentarios:

  1. De verdad que con esta terna no me identifico nada.

    Sigo apostando por la lámpara con bombilla, venga.

    Decir "el fogón" es mucho más visceral y hermoso que "la vitro", ¿no cree?

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  2. Este grupo es el más chungo. No me gustaría a mí tampoco ser uno de ellos, no señor.

    Por fogón debe entenderse la cocina de carbón, gas natural o vitro. Pero desde luego "fogón" tiene un no sé qué. Mucho mejor, dónde va a parar.

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  3. Y yo que a JuanRa lo veía fogón. Me encantan las ilustraciones. Todas.

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