sábado, 19 de octubre de 2013

El alma de los muebles. Mesa, frigorífico y sofá.

Mesa. El designio de la mesa sostiene los bienes y placeres de forma estable pero es incapaz de ofrecer un descanso a las personas. Renuncia al contacto íntimo a cambio de que las reuniones se organicen a su alrededor. Está satisfecho con el roce de las alhajas o los puños de las camisas. La mesa apenas acaricia la piel y considera a sus usuarios en función de su indumentaria.



Frigorífico. El corazón de un frigorífico no descansa. No conserva, al contrario, propicia el cambio. Consume mucha energía en comprimir, expandir y hacer circular sus fluidos. Se enciende cuando se introduce algo nuevo o se saca lo viejo. Está proyectado al futuro, los alimentos que guarda son y deben ser efímeros. Si algo se acomoda demasiado tiempo lo pudre. Por la noche se le oye protestar.


Sofá. El sofá es blando, cálido, se amolda a la forma de quien se hunde en él. Su estructura de grapas, clavos y tachuelas está oculta, tan sólo muestra cojines sobre bloques de gomaespuma. Esa amabilidad agrada a todos, por eso ocupa un espacio básico en casa. La fofa tapicería de un sofá suele tragarse llaves, monedas o mandos a distancia; herramientas que se asfixian lentamente entre sus pliegues.

Entrada dedicada a I.

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