lunes, 18 de julio de 2016

Meditaciones al Pie del Árbol Sagrado




Bueno, pues hola a todos, cómo estáis. ¿Bien?, ¿todos bien? Uy, qué de gente. Veo muchas caras nuevas, qué alegría. Bueno, para los que no me conozcáis, mi nombre es Shiddartha Gautama y sois bienvenidos y bienvenidas al Árbol Sagrado. Os recuerdo que estamos aquí todos los días a la misma hora menos en época de monzones.

 ¡Ah!, que se me olvida, quería presentaros a Naisha que ha hecho ocho horas en burra desde Kushinagar para ayudarnos con esta meditación. Toca los khartal de maravilla. Ya veréis qué bonito lo que hace.

 Bueno, como no os quiero hacer perder más tiempo vamos a adoptar la posición del loto. Pero, ojo, los que puedan. Los que no tengan flexibilidad -sobre todo esto va para los chicos- pues no pasa nada, haced lo que podáis. Vigilad la posición, eso sí: coronilla bien arriba, mentón para dentro, pecho abierto, como siempre. Con las manos haced lo que queráis, podéis poner un mudra si os apetece. Lo importante es que nadie se me rompa, ¿eh? Naisha, cariño, ya puedes tocar.

 Cómodamente sentados, vamos a prestar atención a la respiración. Ya sabéis que la respiración es muy importante, ¿vale? Venga, pues ahora, poquito a poco, vamos cogiendo aire desde lo más profundo del abdomen. E inspiramos…  los que no sepáis hacer respiración diafragmática, podéis poneros las manos en la barriguita y vais hinchando hasta que parezca una sandía. Vamos a hacerlo unas pocas veces, hasta decelerar el ritmo de la respiración, procurando retener el aire un poquito más con cada ciclo de aire.

 Así, muy bien, normalizamos la respiración. Ahora, al expulsar el aire, imaginamos un humo negro que sale de la boca. Ese humo es todo lo malo: la inseguridad, los agobios, la timidez... Todo los malos rollos, fuera. No queremos nada de eso. Y nos quedamos vacíos. Dejamos ese vacío dentro de nosotros para que la divina presencia YO SOY se manifieste. Llenos de Gratitud al Árbol Sagrado, pedimos que entre todo lo bueno, lo mejor, lo bello, el tesoro de la Shenga y la compasión de los Guías del Alto Astral.

 Y ahora, vamos a entrar en nuestra habitación especial. Para los nuevos que no la conozcan, tenéis que visualizar una habitación vacía con una ventana redonda en el medio. A través de esa ventana nos envuelve un maravilloso haz de luz blanca…

– ¿Tiene que ser redonda?
– Puede ser cuadrada.
– ¿Cuándo vamos a alcanzar La Iluminación?
– Shhh...por favor, guarda silencio. Recoge la enseñanza.

Seguimos. Respiramos profundamente y con la expulsión del aire entramos en nuestra habitación especial. Nos colocamos dentro del cono de luz blanca que nos conecta con la presencia divina YO SOY. Ahí están nuestros Guías del Alto Astral que nos van a dar la confianza para ayudarnos en todo. Pedimos con total y completa fe a los Guías: “Que se obre la alquimia interior para...”

– ¡Esto es una mierda!
– A ver, no perdáis la concentración.
– Devuélveme la gallina y el saco de grano, ¡payaso!
– Luego te los doy pero te pido un poco de respeto por tus compañeros, por favor.

Nos hemos ido un poco pero no importa. Cerrad los ojos de nuevo. Venga, ojitos cerrados. Suavemente, aceptamos el estado de ánimo que nos embarga y vamos a recuperar la atención en la respiración. Visualizamos el dulce néctar de los Guías del Alto Astral derramándose sobre nuestras cabez...

– Maestro Shiddarta
– ¿Puede esperar, Hitesh?
– Soy Anadhi, maestro.
– Discúlpame. ¿Puede esperar, Anadhi?
– Es que mi padre dice que si no demuestro progresos hoy mismo va a cancelar la cuota de arroz. Era por si podíamos hacer una meditación más fuerte y obtener un poco de sabiduría aunque sea.
– Bien, vale. Como hoy parece que no estamos concentrados en la práctica, voy a dar una clase magistral. A ver, dime, Nadih.
– Anadhi.
– Dime, Anadhi, ¿qué expectativas tienes tú al estar aquí?
– No, yo, ninguna. Ya nos has dicho que si buscamos El Camino nos alejamos de El Camino. Pero el que paga es mi padre y no quiere esperar, Maestro.
– Anadhi, dime, ¿Hay en esa loma una bandera?
– No. Es mi mente quien crea la ilusión de bandera, Maestro.
– Bueno, sí, pero no te me adelantes. Vamos a pensar que es real y que hay una bandera, ¿vale?
– Bien, Maestro.
– ¿Se mueve la bandera o se mueve el viento?
– Ninguno de los dos.
– ¡Muy bien, Nadih! Explícaselo a tus compañeros.
– Pues es que siempre que hace una pregunta de elegir, la respuesta es “ninguna de las dos”, Maestro.
– Ya, claro. Bien, pues estad atentos porque esta pregunta os la hago a todos: ¿qué es lo que se mueve entonces?
– ¡Las palabras que separan la bandera del “todo”!
– ¡Los sentidos que nos traen fantasmas!
– ¡Las expectativas de nuestro ego!
– ¡El apego a la noción de “bandera”!
– ¡La necesidad de aprobación de nuestro maestro!
– ¡El presente que es inalcanzable y sólo vemos una huella del pasado!
– ¡Ninguna de ellas porque estamos cegados por el velo de la ignorancia!
– ¡Todas a la vez!
– ¡Nos deben golpear con el mástil para tener la experiencia de bandera y no un pensamiento intelectualizado!
– …
– Maestro Siddharta…
– ¿Eh?
– Maestro Siddharta… No sabemos si hemos sido tan necios como siempre al responder a tu pregunta.
– Pues, sí, mira. La verdad es que no habéis entendido nada.
– ¿No?
– No. Nada. Debo retirarme.
– ¿Tan pronto? He tardado dos días en llegar aquí, Maestro. Me duele el muñón.
– Naisha, corazón, toca los khartal, corre.
– Maestro, ¡no se retire! ¡Perdone nuestra ignorancia!

– Perdonada. Pues nada, con esta música tan preciosa expresamos infinita gratitud al Árbol Sagrado. Espero que esta semilla germine en vosotros. Recordad que podéis comprar mis vedas sagrados en el Bazar del Árbol. Mañana a la misma hora nos vemos.




(Este cuento no es una parodia de los practicantes de la meditación, ni de los iniciados en el Budismo ni mucho menos de sus maestros. Es una parodia de las expectativas y prejuicios que tenemos algunos ignorantes que confundimos la meditación con una mezcla de actividad de gimnasio, esoterismo y sabiduría de bote.)


2 comentarios:

  1. Que buena la ironía que desprende toda la sátira. Tienes razón en que hay mucha tontería tonta en quienes hacen las cosas homologadas sin profundidad De diez y medio compañeros. Gracias por al sonrisa Iván.

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