lunes, 9 de diciembre de 2013

Teoría de la caída de las especies.

Los seres vivos, en general, son muy de caerse. Las plantas, sujetas al suelo con las raíces, han desarrollado mecanismos para canalizar su tendencia a precipitarse como el fruto maduro, las semillas volanderas o el otoño. En el caso de los animales esta tendencia está mucho clara ya que nada les impide hacer con su cuerpo lo que les apetece de verdad: caer. Es revelador el testimonio de los llamados "dueños de mascotas". Fueron descubiertos en 1823 por el antropólogo H. Walter Parker. Los dueños de mascotas procuran sustento básico al animal y además le ponen nombre, le hablan y le hacen cucamonas.

Estos dueños de mascotas, en entrevistas grabadas, refieren como sus animales gustan de tirarse desde el balcón o desde el tejado, aún a riesgo de su integridad física. "Para Puqui el hecho de caer es más importante que su propia vida" -cita textual del documental "Puqui, la princesa de la casa"-.

En el caso del ser humano la cultura ha reprimido, o al menos camuflado, nuestro instinto primario. Aún así, todo el mundo ha comprobado que los niños ante una ventana abierta o un balcón sin rejas sienten un irresistible impulso de abrazar el vacío. Por eso, en los primeros años de vida, nuestro cuerpo está compuesto de goma en un 83%. También en el lenguaje cotidiano han quedado vestigios de esta pulsión. Para mostrar agrado hacia alguien decimos: "me caes bien" o "me quiero tirar a ése". O cuando celebramos una súbita toma de conciencia que nos hace sentir felices decimos: "ya caigo".

Comer, reproducirnos y caer son las funciones básicas de cualquier organismo. Sólo las especies que han sabido caer han trascendido la mera anécdota paleontológica.

Repasemos algunas de las estrategias exitosas:

BACTERÍAS, INSECTOS, MIGAS DE PAN Y ARÁCNIDOS
Su pequeño tamaño hace que puedan adherirse cómodamente y aprovechar cualquier accidente en el terreno. Su caída, en realidad, es un riesgo controlado, en algunos casos, un riesgo ridículo.


AVES
Millones de especies de aves se extinguieron pero el esfuerzo mereció la pena. Nuestra perspectiva antropocéntrica llamó a su éxito "volar". Pero lo que las aves perseguían con afán era no parar de caerse. Para lo que nosotros es "remontar el vuelo", para las aves es "caer hacia arriba".


MAMÍFEROS
Los mamíferos en general no innovaron demasiado en la lucha por la caída. Simplemente le dieron una pátina esteticista. Pero quería dedicar esta entrada a mis amigos M. y A.


HOMÍNIDOS, PRIMATES Y MONITOS
Un caso excepcional fueron los primates. Desarrollaron el concepto de "prensil". Mano prensil, cola prensil y un buen número de posibilidades prensiles para evitar el impacto contra el suelo. Como esta estrategia no siempre funcionaba su cerebro asoció caída con excitación sexual por lo que las muertes por politraumatismo se compensaban con los nuevos embarazos.

SER HUMANO
Sustituyó el natural instinto de "caída" por el producto cultural llamado "especulación inmobiliaria". Un sucedáneo muy alejado de una sana caída pero que sustituye eficazmente la sensación de vértigo, velocidad y golpe contra el suelo.


EXTINCIÓN DE LOS DINOSAURIOS
En base a este nuevo paradigma, he aquí la hipótesis más plausible para explicar la desaparición de estos grandes e inestables reptiles.


Desde nuestro blog, queremos hacer un llamado a los Gobiernos para que regularicen y estimulen la caída así como su inclusión en la Carta de los Derechos Humanos.

Firme aquí abajo.

14 comentarios:

  1. Me alegra saber que Toto y Tomás con sus caídas libres han sido el pretexto de este inspirado escrito.

    Chapeau, Monsieur Sáez!

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  2. Jajajajaja, me caigo de la risa.
    Fdo. La señora de capa caída.

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  3. No paro de aprender con su blog, Perplejo. La "Actualidad perpleja" me fascina. ¡Enhorabuena!

    pd.- propondré incluir este tipo de noticias en nuestro boletín, seguro que lo leería más gente. ;P

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  4. Hay que estar a lo que es está, ETDN. Luego vas a una reunión social, alguien saca un tema de actualidad de la buena y no puedes poner sobre la mesa tu opinión.

    Bueno, o sí. Con habilidad y aplomo se pueden decir cosas muy sensatas sobre temas de los que no se ha oído hablar en la vida.

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  5. Y todo ello sin nombrar la alopecia, que es de todas las caídas la más amarga y descabellada.
    Es fantástico encontrar tantas respuestas en una sola entrada. Ayer mismo iba por la calle y mi mente centrifugando:

    "la caída... la caída... ¿la caída?... la caída" y no llegaban explicaciones.

    Hoy entro aquí, caigo de golpe y lo comprendo todo.

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  6. La alopecia es la caída más descabellada, completamente de acuerdo con usted, Sr. del Averno.

    ¿Se da cuenta qué satisfacción aporta caer?

    Yo me he caído del guindo una cuantas veces. Este año he tenido tres importantes. No, espere. Cuatro.

    Un gusto irle conociendo.

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  7. Me ha gustado especialmente lo de las aves y su fracaso al tratar de caer :D

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  8. Se ha olvidado citar, para quienes como yo somos profundamente religiosos, al Ángel Caído, origen del bien y del mal y, con ello, de todo lo que existe.

    Pero con su explicación laica y puramente científica, he estado a punto de caerme de la risa de la silla del ordenador. Con el daño que eso puede hacer a mis huesos arenizados.

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  9. No quisiera yo que se extinguiera, señor Nano, por una mala caída.

    Caiga con moderación, es su responsabilidad.

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  10. Siempre supe que era un triunfador y por eso me querías.

    Historia real:

    En la facultad mis caídas llegaron a hacerse famosas.

    El domingo en la triatlón de Soller volví a las andadas, hacía tiempo que no caía tan bien, esta vez lo hice más elaborado (utilicé una bicicleta, aunque sé que no es del agrado de los puristas utilizar herramientas, dicen que le resta limpieza al arte).

    Sólo conseguí un esguince de codo y múltiples magulladuras, pero seguiré intentándolo, oh, mi maestro.

    Eres el mejor, ya te sigo, cáete muerto.

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  11. ¡Hombre!

    Pues mira, casi caigo en la tentación de dedicarte esta entrada pero como no conocía la gravedad de la lesión no quise hace leña del árbol caído. Pero debo reconocer que pocos humanos pueden representar mejor la tendencia a caer como tú, con ese entusiasmo, gallardía y donaire.

    Me alegra mucho que tengamos contacto, cierzo. ¿Cierzo? Bueno, me acostumbraré.

    ¡Un abrazo fuerte!

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  12. Tú me puedes llamar como te de la gana, amore.

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  13. ¡Mire que es usted donjuanesco! Más que llamarle, le tocaré en cuanto pueda. Un besete.

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