Hemos descubierto que no sólo se compite por un puesto de trabajo. El cariño, la admiración, la diversión o el control también son bienes por los que hay que opositar y las mañas para la vida son técnicas que estamos lejos de dominar. En el juego de las sillas musicales no van a guardarnos un asiento ni siquiera van a advertirnos de que la música ha parado. Nuestra torpeza es la oportunidad de algún otro. No nos cuidan. Pensadlo bien, estremece: ya no nos cuidan*.
Nos encontramos con que el fracaso ahora es nuestro mejor educador. Tenemos que perdonarnos los errores una y mil veces. Y ya que nos los perdonamos a nosotros mismos, de paso, se los perdonamos a nuestros padres. No podíamos saber que la vida era tan implacable y enmarañada, si lo llegamos a saber, no hubiéramos añadido problemas. Al contrario, les hubiéramos cedido los huevos para que se los comieran. Maldita inocencia la de entonces. No sabíamos que quedaba apuntada una deuda que sería reclamada al crecer.
Pero hemos heredado algo más. Cuando por entonces nos obcecábamos en el error, todavía sin consecuencias, los enfados y los gritos podían estar adornados por una o dos sentencias, marca de fábrica, que solíamos despreciar por folclóricas. Eran expresiones figuradas, a veces podían rimar o tener cierto toque picante o humorístico. Daban la sensación de haber sido repetidas desde los tiempos de Mari Castaña.
Sabían nuestros padres que no las comprendíamos pero, daba igual, las repetían desde las tripas. Después nuestra propia experiencia activaría su sentido, de golpe, en todo su esplendor, produciéndonos pasmo.
Os pido que compartáis esa frase, ese refrán, esa expresión, dicha mil veces por vuestra madre -o padre- y que ahora está llena de intención y sentido para vosotros. Y si no es mucho pedir, que la desarrolléis un poco. Las iré incorporando a esta entrada hasta que obtengamos un ramillete.
Ejemplos:
Mi madre, notaba que me arrugaba enseguida, me agarraba del brazo y solía decirme enfadada consigo misma:
"No tengas vergüenza. ¡Nunca!"
Mi padre, al hacerme mayor y notar que era demasiado complaciente cuando no merecía la pena y especialmente vulnerable al chantaje emocional, me decía este refrán y seguía comiendo anchoas en aceite:
"Que cada perro se lama su cipote."
También me impactó la frase de una amiga, que antes fue de su madre:
"Hay que estar en lo que se celebra."
La madre de Fila de Mar, siendo ella muy pequeña, cuando hacía algo malo pero gracioso, le decía:
"Me río pero no me río"
La madre de cierzo, en consonancia con la mía, proclamaba:
"El que tiene vergüenza, ni come ni almuerza"
Otra de cierzo, al que conozco, ha hecho suya una frase buenísima, de su abuela, y su explicación deberían leerla en su comentario:
"Ay, hijico, no hago planes más allá de media hora"
La severa sentencia del padre de Ant, contra la que él se rebela:
"Los chulos y las putas, a la vejez los espero."
Aunque LastChild no considera que sea una frase en el sentido estricto, su madre, cuando venían mal dadas, siempre le decía:
"Tú sonríe, siempre."
JuanRa tenía un padre astuto que cuando lloraba él o su hermano les decía:
"No lloréis. Guardad esas lágrimas para cuando yo me muera."
Cuando fue a morir cambió las reglas y tampoco le pareció bien usar las lágrimas en su funeral. Todo era un truco.
La madre de ETDN decía una frase que la tiene loca porque aún no la comprende. Pedimos ayuda:
"P´al tío Paco bueno está el chaleco"
Buena frase de la madre de pretextos cuando perdía los estribos:
"Te veo pero no te veo"
¿Alguien tiene más?
*Aunque a veces, muy de vez en cuando, alguien nos cede su asiento. Comprendemos por qué un amigo es un tesoro. "Gracias porque ya no podía más", le decimos en la pequeña pausa antes de que la música vuelva a sonar y tanto él como nosotros estemos obligados a danzar.